martes, 14 de junio de 2011

Amante del Charleston

Mi abuela se llamaba Clara Luz y hacía honor a su nombre en sus rasgos físicos. Ella era alta, rubia, de pie blanca, de ojos celestes.  
Y hacía honor a su nombre en sus rasgos no físicos.  Ella era dulce, inteligente, astuta, creativa, elegante…  Pero ¿Sería feliz?

Hija única de una hija única, quizá de allí su acostumbrada soledad.
Casada con un poeta de mente lejana, absorto en papeles y cartas. Hombre fino al escribir, recio y tosco de modales. Incongruencia  pura y fina como su pluma. Diestro jugador de fútbol, amante de la buena música y de la soledad. Quizá de allí la nostalgia en los ojos de mi abuela. Mi abuelo amaba a mi abuela, ante ella bajaba la cresta, escondía las espuelas de gallo peleador. 

A Clara Luz le encantaba el cine, los chocolates de “La Iberica”, los masapanes, contarnos historias de “guardados” y curas sin cabeza. Amaba a Chabuca Granda y el Charleston. Hacía su propia ropa, siempre se le veía bien puesta, de vestido bajo las rodillas y tacos (Estos últimos los tuvo que dejar casi a finales de su vida)

Mi abuela “La chicoca” como la llamaba mi abuelo convirtió el patio de su casa en un jardín llenó de macetitas de todos los tamaños y allí sembró e hizo crecer la armonía, la paz, el misterio.

Cosechó cuatro hijos. Dos mujeres antagónicas, luchadoras, triunfadoras pero cada una desde su esquina del cuadrilátero. Hoy ambas abuelas querendonas, madres fuertes y mujeres de admirar. Cosechó dos hijos diestros en la palabra, mujeriegos hasta que se enamoraron de verdad. Uno tirado al futbol como el padre, el otro de guitarra en mano así llueva o truene. Los cuatro amantes del arte.
Actrices y cantantes ellas, músicos ellos. Los cuatro con alma de artista, caras al sol.

De la pluma fina del abuelo no hay seña, se perdió en el tiempo, no nos dio la transfusión pero en cada ser engendrado de aquella pareja hay arte, hay empeño, chocolates de La Iberica, lucha y tesón.

Y en las tardes characatas cuando el sol se pone, las guitarras y los poemas ansían nuestro son,  las tablas llaman a gritos, la pluma no quiere estar quieta, los escenarios gimen sin vernos, los micrófonos reclaman nuestra voz.

De aquel jardín de La Chicoca ya no queda nada. La casa se vendió y si de flores se habla sólo aquella que por su cumpleaños llevamos al cementerio donde descansa en la tierra la que fue mujer bella y buena amante del charlestón.


En este video: Chabuca Granda cantando sus grandes temas. Mi favorito "Cardo o Ceniza". Además fotos de Lima. Disfrútenlo.

Pd. Bienvenida Pao. 

10 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Muy bonita entrada.
Así que ya sabemos de dónde te viene la vena artística.

alvaron dijo...

Me hubiera encantado conocer a tu abuela y a sus cuatro hijos, no me queda clarp a tu abuelo!

Patito dijo...

Gracias Pseudosocióloga.
Gracias Alvaron

Papacangrejo dijo...

Opino lo mismo. La tinta corre por tus venas y se nota. Me encanta el último párrafo.

Alva dijo...

Mi abuela también me daba masapanes de La Iberica y tofis. Que chévere la forma como lo has contado. Un conejito de chocolate virtual para ti.

No dijo...

Por un momento, al leer tu entrada, ha pasado por mi cabeza imágenes fugaces de "Cien años de soledad"....y aquella Úrsula que generación trás generación logra dejar su impronta en su apellido.
Me ha gustado Patito ;)
Besi

Patito dijo...

papacangrejo: Bienvenido y muchas gracias.
Alva: Si que he comido esos chocolates huecos de conejo, ángel y pato Gracias Alva.
No: Leí ese libro en la universidad y quedé gratamente impresionada, luego leí "El amor en los tiempos de cólera" y lo apunté como uno de mis favoritos. El último me decepcionó, no porque fuera malo sino por ser sórdido y decadente. Padecí de asco al leerlo pero fiel al castigo lo terminé. (Memorias de mis putas tristes). Gracias :D

Lentejita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lentejita dijo...

querida patito,me transportas de una manera maravillosa ,a recordar a nuestra amada chicoca, mi corazon se apena al ver ahora al chicoco como una sombra de lo que fue, que tan viejo y de paso tan lento aun quiere salir a ver su futbol y guardarse el sol, nos dice dia a dia , la vida es una y hay que disfrutarla,nos lo dice con ese tono de poeta desesperado ,encerrado en un cuerpo que ya no da lo que su alma pide, y esa es la herencia maravillosa que dejo a sus hijos ,que el tiempo puede pasar en ellos pero siguen siendo unos niños, que al estar junto a ellos ,pareciera que en felicidad han vivido , y de vez en cuando si lo ves bien ,solo demuestran en un ceño fruncido ,lo mucho que han sufrido,pero ha pesar de sus errores y sin sabores al darse cuenta q el tiempo pasa , les queda ese recuerdo de su infancia envuelta en una magia creada por ellos y sellada por los chicocos, lo bonito que es la vida, y el hacer de cada día lo que hicieron sus padres un jardin de macetitas y a cada fracaso vestirlo de poema, es hermoso darme cuenta que esta historia trasciende ,teniendo alguien como tu en la familia , que hace de la vida , una poesía,y de quien te rodea un ser especial.Y a mi que casi no puedo verte, cuando a mi niñez me transporto, siempre estas tu, y es hermoso saber que aun eres parte de mi vida, y si deseo tranquilidad, o pasar una bella tarde ,solo debo buscarte , que ahi estas , siempre ,como nuestra chicoca, con algo calentito ,un hogar calido y una conversacion impredecible y linda . te extraño

Patito dijo...

Lentejita: Gracias por tus palabras y gracias por leer este blog. No existe mi infancia si te retiro ya que eres parte esencial de ella.