martes, 21 de junio de 2011

La Patota

¿La Patota? Sí, La Patota, 10 primos que jugábamos juntos convirtiéndonos en dueños de nuestros días de ocio que se convirtieron en días de aventura.

En época de colegio nos veíamos sólo algunos fines de semana porque cada grupo de hermanos tenía su casa y sus obligaciones pero en vacaciones los padres tenían que ir a trabajar y no había con quién dejarnos así que nos juntaban a todos en una casa al cuidado de una Nana donde la verdad sea dicha parábamos bien poco. Teníamos el club, el gimnasio, el parque Selva Alegre y el Hospital. Lugares de los que les iré contando poco a poco.

Del club sólo eran socios tres de los 10 de la patota así que teníamos que ver la forma de entrar a pesar del portero, un hombre grande, con cara de malo, que pedía los carnets en la única entrada de entonces, se llamaba Pedro  y creían que nadie entraba a ese club sin ser visto por él.  Eso creía Pedro porque para La Patota no había impedimento, a veces esperábamos a que Pedro se distrajera y entrabamos por bajo la tranquera para autos corriendo como flechas, también bajábamos por la pendiente pero esto era muy peligroso y en una ocasión una amiga que no era de la patota pero que invitamos a venir se dio una caía que en el momento nos causó mucha risa, al rato todos estábamos con los ojos muy abiertos viendo la enorme herida que se había hecho en la pierna, por lo que teníamos que buscar otra forma de entrar. El día en cuestión teníamos planeado entrar por el hotel colindante, la anterior vez que estuvimos en el club Pedro nos persiguió,  no logró alcanzarnos pero sabíamos que no podíamos salir otra vez por la puerta porque seguro nos estaría esperando, así que buscando un cómo y salimos por ese hotel; así que era cuestión de hacer lo mismo pero a la inversa.

El Club queda a orillas del río, bajando una amplia pendiente llena de vegetación y árboles muy viejos, esto esta ubicado en una urbanización muy bonita de casonas antiguas de familias tradicionales cuyos árboles son casi tan viejos como las casa o más, por lo tanto son altos y hermosos. Todas estas casonas tienen un aire de infranqueables a la vez que de ostentosas, en rebeldía quizás o simplemente por jugar, tocábamos los timbres de todas esas casonas para luego salir corriendo en dirección al club .

La extensión del club es de unas 4 hectáreas, limita con un hotel para turistas cuyo atractivo es estar junto al río y junto al club, la separación del club con el hotel era fácil de flanquear unos alambres con púas  en un lado, unos árboles muy frondosos a lado del río.
Bien, ya teníamos por donde entrar sólo nos faltaba el cómo. El hotel tiene una reja blanca, alta, de fierro torneado muy bonita, abierta de par en par, luego estaba la recepción a la derecha y una sala de espera. Chombas de chicha vacías en el jardín a modo de decorado rústico y tradicional, luego un comedor al aire libre con vista al río y allí, a un extremo nuestra puerta de entrada al club, los árboles que estaban sobre pasto recién regado.
La idea era entrar en grupos de dos o tres a paso ligero pero seguro hasta los árboles y perdernos en la maleza y pasto crecido. No teníamos que ir por la recepción, sólo izquierda, todo izquierda hasta llegar al límite de púas entonces recién tomar la derecha hasta los árboles donde nos perderíamos entre sus ramas y el pasto crecido. Desde allí agacharnos y eso era todo.  Seguros y rápidos para que no nos vea ningún cuidante o socio. La pinta nos ayudaba un poco ya que nuestra piel, nuestros pelos y nuestras fachas no llamaban la atención por lo que empezamos nuestra aventura, primero "D" que era el más atrevido y el más chico, ahora las niñas que teníamos la misma edad, caminamos rápido pero sin correr, sin voltear atrás, llegamos a los árboles y nos agachamos tanto que casi nos echamos en el pasto una vez allí mi prima lentejita y yo, nos dimos cuenta de algo que no habíamos previsto, toda esta zona que dividía el hotel y el club estaba inundada, nuestros pies se mojaron hasta los tobillos de lodo, nuestras manos que habíamos apoyado al suelo al agacharnos estaban chorreando y nuestras rodillas parecían dos parches negros pero ya estábamos allí, ya no podíamos retroceder sólo nos quedaba seguir, así que seguimos y llegamos a conseguir nuestra meta pasar el día en el club.
La Patota se reunió en la piscina, nos volvimos a dividir en grupos para ponernos los trajes de baño pero no podíamos entrar a los camerinos porque allí también pedían carnets así que nos cambiamos en los baños. Al agua patos, felices de poder estar allí y más felices aún de la forma como habíamos logrado entrar. A pesar  que lentejita y sus hermanos tenían carnets nos habían acompañado en nuestra aventura, después de todo éramos la Patota.
Un momento de descanso para comer  en las mesas que estaban junto a la piscina y luego de hacer el lagarto para calentarnos con el sol decidimos cambiarnos que ya corría viento y queríamos ir a jugar a los jardines.

Allí hay una locomotora antigua que la pintaron y acicalaron para los niños y era nuestro bastión, nuestro imperio; junto con un carrusel de caballos de madera, una cabañita de troncos en la que se hacían cumpleaños infantiles y las cuatro hectáreas de áreas verdes, canchas, piscinas y demás. Era un maravilloso lugar para jugar a las escondidas o a la guerra de piñas o de semillas de eucalipto que encontrábamos a millares y recolectábamos para hacer nuestra artillería.  Entonces tendría 9 años, "D" mi hermano menor, que era el más pequeño de la patota, tenía 7;  la hermana de lentejita era la mayor del grupo tenía 13 años.

Nos encaminamos entonces a los baños con nuestras mochilas para secarnos y cambiarnos, otra vez nos dividimos en grupos, cuando salí de vestirme vi a "D" paradito junto a la puerta aún en ropa de baño.
Pronto estábamos todos a su alrededor preguntándole por su mochila y por qué no se había cambiado aún.

Su respuesta nos dejó boquiabiertos.
"D" Se había metido a los camerinos sin mostrar el carnet, corriendo y riéndose, seguro de si mismo como siempre, nos dijo que el encargado lo miró pero no le dijo nada entonces se puso la ropa de baño y ya de salida se encontró con el vigilante cara a cara, mi hermano pensó que lo tomarían de la oreja y llamarían a la policía pero el vigilante sólo le dijo.
-ANTES DE METERTE AL AGUA TIENES QUE DUCHARTE- Señalándo un cartel que indicaba esta norma por lo que mi hermano pudo respirar tranquilo, se metió un duchaso y al salir vio unos casilleros donde decidió dejar su mochila, el problema es que estuvimos mucho rato en la piscina y los camerinos cerraban a las 3 los días de semana, cosa que nosotros no sabíamos, bueno era muy fácil sólo teníamos que buscar al vigilante y contarle lo sucedido para que nos entregara la mochila pero eso tenía una dificultad, no teníamos carnets. Lentejita podía ir pero ni ella ni sus hermanos habían llevado los carnets confiados en que no los iban a necesitar, además como siempre nos colábamos Pedro nos conocía así que no podíamos ir a pedirle ayuda.
Le pusimos dos toallas a mi hermanito y emprendimos camino a casa, lo bueno es que era relativamente cerca, un kilómetro más o menos, lo malo es que no teníamos plata para ómnibus ni taxi porque la patota siempre se manejaba a pie. Al llegar a casa les contamos lo que nos había pasado esperando recibir consuelo pero esa vez en especial toda la Patota recibió castigo. JA.

pd. "La Patota" viene de "pata" que es una palabra que se usa aquí para referirse a un amigo.
mi pata = mi amigo. 


4 comentarios:

Papacangrejo dijo...

Me has enganchado, espero más aventuras de La Patota.

alvaron dijo...

Muy buenos recuerdos Patito, que me hacen acordar, con una amplia sonrisa, de días de mi niñez en Medellín!, gracias

No dijo...

Que bonito recuerdo de la infancia Patito!! Lo mejor sin duda...que toda la pandilla dejarais que "la amiga" se estozolonara primero para comprobar si ese camino era accesible jajajjajajaa
No me extraña que quisierais estar en el Club...por lo que describes eso debe ser el paraiso para un niño.
Besi ;)

cecilia paola dijo...

Amiga, nos hubieramos conocido unos años antes y entrabamos en patota en la maletera del auto de mi papá (asi entraba con mi patota ) cuando niña, que fregado era Pedro y sigue alli, es casi casi el dueño :).