viernes, 14 de enero de 2011

Metamorfosis

Ayer regresé de la playa con una idea dándome vueltas en la cabeza. La playa que visité es en la que llevo veraneando desde hace 20 años, la he visto cambiar año tras año de una playa casi virgen a un balneareo moderno lleno de gente de comodidades y de... GENTE. (Sí, dos veces gente)

Así como ha cambiado la que era mi playa favorita también he cambiado yo y de allí viene la entrada de hoy.

Metamorfosis: Sí, a lo Franz Kafka.

Sabemos que nuestros cuerpos cambian a medida que soplamos nuestras velitas de cumpleaños, a mis 34 años a veces me desconozco en el espejo, es que la idea que tengo de mi misma es la de mis fotos de universidad, ya dejé hace mucho la talla 26 de pantalón y aunque me duela confesar ya no soy talla S, además de mil cambios que no vienen al cuento porque esta entrada es sobre otra metamorfosis, la del alma. 

Allí es donde se puede cambiar de manera más cruda. Puedes dar giros de 180º sin ser bipolar a lo largo de pocos meses y según las cosas se te vayan presentando.

A veces experiencias extremas te hacen dejar lo que eras para ser otro sin que lo notes del todo pero los que estan a tú alrededor lo notan. Otras veces son un conjunto de naderías que sumadas todas hacen un cambio importante. Hay quienes dejan de tomar, o dejan de comer carne o dejan de fumar, bien por ellos, pero también  hay quienes dejan de amar, dejan de perdonar, dejan de creer. Esta es una triste metamorfosis. 

Me conozco y me desconozco a mi misma es que he cambiado tanto como mi playa favorita que ya no me gustas tanto.  

Recorrer el pueblito de la Punta de Bombom, que no es lo que era, me ha echo pensar en lo que fui y lo que soy, me he encontrado en la misma tradicional heladería con mi vaso de queso helado frente al vendedor que menea una y otra vez la tina donde la leche se congela sobre el hielo; entrada ya la noche con calor en los huesos y tranquilidad en el alma, a mi lado, en la mesa, mi esposo que es mio desde siempre y que no es el que era, yo allí en ese lugar tan familiar siendo una completa extraña de mi misma. 

La segunda mañana de nuestras vacaciones hemos decidido buscar una playa más alejada, más vacía, más nuestra o al menos más parecida a lo que recordábamos.  Hemos llegado a Bombom, el pueblo vecino que no es un balneario, más bien es un pueblito chiquitito de 40 casa con su plaza, su iglesia y su mercado y su ¡PLAYA! ¡YEEEEEE! Cangrejos saludándonos, muchísimas aves revoloteando de aquí para allá cero sombrillas. No todo es bueno, no hay salvavidas pero seremos cautos y ya.

Encontré la playa que había ido a buscar y me encontré un poco... No hay que ser ingenuo yo ya no estaba allí, sólo era mi recuerdo, el tiempo pasa y con él no sólo cambian las playas.

Me conozco y me desconozco a mi misma Trato de llevar mi vida bajo los principios que creía buenos para mí hace 20 años pero mis pensamientos van trotando junto a las cosas que me pasan 2 + 2 = 4 pero cuando ese dos es inflado por X o por Y o cuando se agrega un signo (-) por esta o aquella circunstancia. ¿2x +2y = 4? ¿-2 + 2 = 4? Las sumas no me salen, tambalean mis ideas, me cojo con fuerza de lo que bien aprendí pero a veces mi lengua es más rápida, mi instinto de supervivencia más ágil, mi pensamiento excusa mis actos y gano. ¿gano? 
Las sumas me salen pero el espejo no me conoce más, es una metamorfosis. 








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