viernes, 19 de agosto de 2011

Vértigo


El lunes tocó feriado por el aniversario de AQP. Y después de pasar todo el día en un letargo de muerte decidimos ir a los juegos mecánicos entrada la noche.
Como el carro está en el taller y los juegos mecánicos no quedan cerca fue difícil llegar, sobre todo porque como todos los 15 de agosto muchas calles del centro están cerradas por el desfile de danzas y carros alegóricos. Por fin llegamos a destino y tuvimos un primer impase que nos obligó a pensar en una segunda opción.

NN: Vamos al cine
Niños: Noooooooo!
Yo: Ya estamos aquí, veamos que hay al menos.

El impase era la cantidad de gente haciendo colas para subir a los juegos pero una vez adentro nos dimos cuenta que la cosa no estaba tan terrible y que podíamos lograrlo, el asunto ahora era elegir en que fila nos formábamos.

NN: Amor subámonos al Zipper y a la “licuadora de órganos vitales”, al martillo humano y al…
Yo: Nooooo. Ni muerta, la ultima vez que me convenciste a subir al barco vikingo terminé muy mal (Es que yo de trompo no tengo madera) y cuando me convenciste para subir al Samba me dolieron las ultimas cinco vertebras por días y creo que me lesioné un riñón.
NN. Amor Dios hizo a Adán y Eva para que estuvieran juntos en las buenas y en las malas. Eso prometiste ante en altar. En la riqueza, en la pobreza, en el vértigo y el samaqueo… Como voy a subir sólo no tiene gracia.
Ale: Yo subo contigo papá.
NN: Pero eres muy pequeña para esos juegos hija.
Ale: Cómo muy pequeña si ya soy más alta que mi mamá. Además falta un mes para que cumpla 11. Ya pueeee!!! Tengo que subir contigo o quieres que me suba a las tacitas y al carrusel con la Pequeña.

Y así fue como Ale convenció a su papá y a mí (que de paso me libraba). Cuando llegamos a la cola de la “licuadora de órganos vitales” NN. Aún insistía para que los acompañase pero había un letrero que ponía: “Inadecuado para hipertensos o con problemas de circulación… 

Yo: Mira, lee, vez que no me puedo subir.
NN: Ni tú ni las abuelitas, ni modo voy a subir con mi hija y tú vas con la pequeña a las tacitas.

Ahora se burlaban de mí, conozco esa estrategia es la de “Tu no puedes, yo si puedo, lero lero” hasta que te picas y les demuestras que si puedes. En este caso yo no quería demostrar nada. Me compré un algodón de azúcar y una bolsita de churros y comí a mi antojo mientras avanzaba la cola porque eso sí, no me quería perder el ver sus caras y oír sus gritos una vez adentro del juego.
Y así fue. Cuando les aseguraron los hombros y les pusieron el cinturón de seguridad, sentí un poquitín de nervios y apreté la mano de mi hijo que se contagió de mi emoción y dijo : ¡Ahora buena, a lo que se mete mi hermana, yo no sé, yo no sé mamá!

Luego nos quedamos callados y el juego empezó. Un balanceo como de columpio dio inicio, cuando las canastas estaban arriba empezaron a girar sobre su eje y los gritos de los allí amarrados se escuchaban mezclados con los míos que desde a fuera me solidarizaba con su dolor. El juego sólo dura un para de minutos pero es suficiente. La cara de NN era para morirse de la risa y de hecho me reí a carcajadas ante los ojos muy abiertos de mis pequeños que se divertía tanto como yo. Al bajarse daban pasos lentos, con una sonrisa tonta en la cara y cogiéndose el uno al otro, fui por mi hija y noté sus ojos húmedos. Estuve por decirle: “Vez te dije”  pero ella reaccionó primero, me
abrazó mientras decía: “Otra vez papá, subamos otra vez”.
Adoro a mi Ale. 


Pd. Las fotos son de Google

6 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Yo me mareo en las tacitas.

Mayte Esteban dijo...

Creo que no somos un club de valientes. Yo no quería montar ni de pequeña...

Tienes un premio en mi blog!!

Un abrazo de 30º C que son los que hay ahora mismo, a las diez de la mañana. ¡Qué día nos espera!

AM Editorial dijo...

Jajajaja, qué bueno!!

Yo desistí de montar en según qué cacharros. Hay otros que están muy bien, pero algunos...

Recuerdo una de las últimas veces que subí a uno de "estos!. Cuando paró, las piernas no me respondían, no podía bajarme... Me fui arrastrando hasta que conseguí tenerme en pie. Comencé a caminar, pero parecía que estaba borracha. Fatal.

Y en el que jamás pienso montarme (eso espero) es en la Lanzadera del Parque Warner. ¿Tropeciento metros de caída libre? ¡Venga ya!

Hiciste muy bien, con lo ricas que están las golosinas!

Un abrazo!

cecilia paola dijo...

Pato, no te rías pero a mi me da miedo el gusanito!!!!.
Si el estomago va a revolotear, te cuento que no aguanto ni las calles empinadas en nuestra querida ciudad. Asi que termino gritando al taxi si descendió de manera rápida.

No dijo...

Genial Patito!!
Me da que tu eres como yo....tengo vértigo y las ferias no me gustan por eso...soy de mantener los pies en tierra y divertirme con lo que esté en tierra ;)
Un besazoooo!!!

alvaron dijo...

Patito, felicitaciones por los premios y por distinguirme con la selección del blog para continuar el juego. Lo intentaré en los próximos días.