domingo, 27 de mayo de 2018

El Gato

Este gato no era negro, no era tuerto, no parecía que me mirase o que me quisiera robar el alma.

Con este gato yo no tenía pendientes, no teníamos un pasado, no había experiencias previas.

Para este gato yo era nadie y él apenas para mí era un gato.

...Caminó por el alféizar de la ventana y se coló sin invitación el sinvergüenza. Decidí observar cómo quién en la plaza observa a una paloma.

"Minino, minino, minino" de pronto mis labios emitían ese sonido como hipnotizados por su andar pausado e imponente que se adueñó de mi espacio vital.

"Pero si a mí no me gustan los gatos" me reproche frunciendo el ceño.

Me convertí en estatua mientras mis ojos consumían sus movimientos gráciles.

Dio un salto para ubicarse en la silla y otro lo dejó en la mesa ante la cual mi cuerpo inmóvil se encontraba sentado.

El gato levantó la cola, levantó el cuello y como en paso de marcha se acercó a mí para darme una estocada con su nariz en la mía.

Aun yo era una estatua pero en mi interior temblaba. ¿Qué era eso? ¿Quién ese animal que sin permiso se colaba en mi casa y me robaba un beso?

De la misma forma en la que entró, se deslizó por la ventana y sin voltear, tras un miau, se alejó.

Este gato dejó olor a gato, dejó pelos de gato y me descubrió alérgica a los gatos... Aun así yo no sé por qué lo extraño.

Pato

2 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

"Welcome back".
¿Dónde has estado todo éste tiempo?

el chico de la consuelo dijo...

Una historia de gatos!!!!
Igual te piensas que puedes volver sin saludar o qué??
Date una vuelta por los blogs y manda un saludico
Bss